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Montilla-Moriles pierde cerca del 80 por ciento de su viñedo en las últimas cinco décadas

La Denominación de Origen Protegida (DOP) Montilla-Moriles ha perdido más del 79 por ciento de su superficie de viñedo desde 1978, un retroceso profundo y sostenido que sitúa hoy al marco vitivinícola cordobés en su nivel más bajo conocido, con apenas 4.062 hectáreas inscritas, según los datos oficiales aportados por el propio Consejo Regulador, a los que ha tenido acceso Andalucía Digital.


En 1978, Montilla-Moriles alcanzó su máximo histórico con 19.458 hectáreas de viñedo. Desde entonces, década tras década, las cepas han ido desapareciendo paulatinamente del paisaje de la comarca, hasta alcanzar el 80 por ciento acumulado, una cifra que habla no solo de un problema agrícola, sino también social, económico e incluso identitario para los municipios que conforman la DOP.

Las causas de esta pérdida continuada son múltiples y se entrelazan entre sí. La falta de relevo generacional en el campo, las dificultades estructurales del sector del vino y, en los últimos años, el impacto del cambio climático sobre los cultivos del sur de Europa han ido debilitando un sistema productivo históricamente ligado a la identidad de la comarca. A ello se suma, además, un desequilibrio creciente en favor del olivar, un cultivo que hoy resulta más rentable y que ha ido ganando terreno allí donde antes se alineaban las cepas.

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Durante el año 2025, la tendencia negativa se ha mantenido, aunque con una ligera ralentización respecto a ejercicios anteriores. De este modo, según ha desvelado el Consejo Regulador, en los últimos doce meses se han dado de alta 16,03 hectáreas de viñedo en el marco Montilla-Moriles, frente a las 17,48 hectáreas que se han dado de baja.

La mayor parte de las altas se localizan en el término municipal de Montilla, aunque también se han registrado nuevas plantaciones en Aguilar de la Frontera, Montemayor y Puente Genil. Con todo, desde el propio Consejo Regulador se aclara que "en este año no se han dado de alta parcelas nuevas" y que las superficies incorporadas a los registros corresponden, en realidad, "a traspasos de parcelas ya existentes anteriormente".

El retroceso de la superficie vitícola ha venido acompañado, además, de una reducción significativa del número de viticultores. A 19 de diciembre de 2025, el censo del Consejo Regulador contabiliza 1.386 viticultores, lo que supone nueve menos que el año anterior. La comparación histórica vuelve a resultar elocuente: en 2006 se registraban 3.545 viticultores en el marco Montilla-Moriles, lo que implica una pérdida superior al 60 por ciento en menos de dos décadas.

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Ante esta realidad, Cristóbal Luque, portavoz del Colectivo VitiVinum, además de enólogo e ingeniero agrícola, comenta que esta evolución "supone un desequilibrio notable en la estructura de producción agrícola tradicional a favor del olivar", que ahora es más rentable, lo que, a su juicio, "limita la diversificación de cultivos" y "consolida la vulnerabilidad del sector vitivinícola", que se muestra "débil y voluble".

La adversa situación no se limita a lo económico, sino que se proyecta sobre el territorio y la propia sociedad, según el portavoz del Colectivo VitiVinum, que aglutina a cooperativas, bodegas y lagares del marco Montilla-Moriles. Y es que la pérdida de viñedo no solo reduce la capacidad productiva de la Denominación de Origen, sino que erosiona un patrimonio acumulado durante siglos.

"Representa una grave pérdida de patrimonio vitivinícola con derivadas económicas y socioculturales para el futuro de la zona. Incluso afecta al paisaje y hasta al medio ambiente", afirma Luque, quien añade que "su reconocimiento y protección —como ya han hecho otros territorios vitícolas de España y Europa— se hace prácticamente imposible si aspirásemos a ser patrimonio de la UNESCO, porque apenas hay viñas y muchas de ellas están entre urbanizaciones ilegales o chalés".

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La geografía del viñedo en Montilla-Moriles mantiene, no obstante, la misma distribución que en años anteriores. Alrededor del 35 por ciento de la superficie total se concentra en el término municipal de Montilla, seguido por Aguilar de la Frontera, Moriles, Montemayor y Cabra. En otros municipios como Fernán Núñez, Espejo o Doña Mencía, la presencia de viñedo resulta ya casi testimonial.

En la actualidad, la DOP Montilla-Moriles engloba 18 municipios. La zona de producción incluye Montilla, Moriles, Doña Mencía, Montalbán, Monturque, Nueva Carteya y Puente Genil, así como parte de los términos municipales de Aguilar de la Frontera, Baena, Cabra, Castro del Río, Espejo, Fernán Núñez, La Rambla, Lucena, Montemayor y Santaella. La zona de crianza se completa, además, con el núcleo urbano de Córdoba capital.

Un estudio de la UCO alerta de la situación


El alcance del declive ha sido objeto de análisis académico. Un estudio publicado en 2022 por la revista Estudios Geográficos, elaborado por Rafael Garzón-García, Gema Florido-Trujillo y Rafael F. Vega-Pozuelo, investigadores de la Universidad de Córdoba (UCO), comparó la evolución de Montilla-Moriles con el resto de zonas vitivinícolas de calidad diferenciada de España. Así, entre 2010 y 2019, la reducción media de superficie vitícola en estas zonas fue del 5,35 por ciento. En Montilla-Moriles, en cambio, la caída alcanzó el 19,8 por ciento, al pasar de 6.001 hectáreas en 2010 a las 4.814 de 2019.

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"Las variables expuestas resultan bien elocuentes de la crisis que afecta al marco de Montilla-Moriles y a su Denominación de Origen Protegida, al menos desde los años ochenta y noventa del pasado siglo", sostienen los autores del estudio, aunque también reconocen que la fragmentación del viñedo en pequeñas explotaciones ha contribuido a la progresiva salida de viticultores del sistema.

Desde el sector, la preocupación va más allá de las cifras. Cristóbal Luque denuncia que esta dinámica "acarrea una desvinculación generalizada también emocional de la población general que ya no participa de ninguna manera en el sector de la viña y el vino".

"Antes, casi todos en la zona éramos, al menos, viticultores; ahora, la pérdida continuada de viñas nos aleja de nuestros propios vinos y de su cultura", apunta el portavoz del Colectivo VitiVinum, quien resalta que esta "distancia" se traduce en una "pérdida de peso" de Montilla-Moriles en el contexto nacional e internacional del vino y en un "debilitamiento progresivo" de su posicionamiento en los mercados.

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En ese escenario, el portavoz de VitiVinum señala que el sector vive una paradoja. "La situación de emergencia ha disparado la innovación y la creatividad por la necesidad de supervivencia, pero sin soporte de estrategias compartidas, ni con políticas de optimización del esfuerzo inversor o investigador", manifiesta Cristóbal Luque, para quien el marco Montilla-Moriles "actúa como pollo sin cabeza".

Pese a todo, el enólogo e ingeniero agrícola morilense defiende que aún hay margen para reaccionar. "La DOP Montilla-Moriles necesita una verdadera actualización y renovación que detenga la sangría actual de pérdida de viñedo y devuelva la eficacia y la ilusión a un sector y a una sociedad que ahora vive de espaldas a lo que nos ha dado de comer y que nos situó en el mapa de la enología mundial", afirma Luque, al tiempo que subraya que "no se trata en ningún caso de ir unos contra otros ni de ajustar cuentas, sino de trabajar el acuerdo y el entendimiento en base a lo que nos une".

JUAN PABLO BELLIDO / REDACCIÓN
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR (ARCHIVO)

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