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Aureliano Sáinz | Aforismos en su punto (11)

Una de las cuestiones más difíciles que tenemos que afrontar las personas a lo largo de nuestra vida es el tema de la soledad, puesto que, de un modo u otro, un día nos podemos tropezar con ese fantasma que puede condicionar nuestra existencia. Y es que la soledad, como estado no deseado y sentimiento negativo, la vivimos como una especie de amenaza a una vida dichosa, por lo que de buscamos distintas soluciones para alejarla de nosotros.


Si, por ejemplo, acudimos a los relatos bíblicos para comprender su significado, podemos leer que en el Génesis (2:18) se dice: “No es bueno que el hombre esté solo”. Tempranamente, Yahvé, el Dios del Antiguo Testamento, se da cuenta que ha creado el denominado Edén o Paraíso Terrenal en el que, Adán, el único hombre que lo habita, a pesar de encontrarse en un estado de beatitud rodeado de todo tipo de animales y plantas, vive padeciendo de soledad, con lo que era imposible que pudiera ser feliz.

Si he acudido a un relato, que todos hemos escuchado desde que somos pequeños, se debe a que la soledad no deseada es un mal que queremos evitar a toda costa en medio de una sociedad altamente compleja y que con frecuencia nos aísla. De ahí que como portada de este trabajo presente la fotografía de un largo paseo de la ciudad de Córdoba en el que no se ve a nadie, resultándonos extraño e inquietante no encontrar a ningún semejante con el cual poder al menos intercambiar algunas palabras o una simple mirada.

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Sobre la soledad se ha escrito mucho, tanto en el ámbito de la ficción como en de los ensayos filosóficos o psicológicos. Lógicamente, para esta sección debo acudir, como habitualmente hago, a cinco frases o aforismos que nos acerquen a las ideas que distintos autores han expresado acerca de la soledad.

1. Todo lo que vive, no vive solo, ni para sí mismo [William Blake (1757-1827)].

En esta muy concisa frase del poeta, pintor y grabador William Blake se expone la idea de que la finalidad última del ser humano no es él mismo, puesto que el individuo radicalmente aislado de los otros carece de sentido. Esto, que hace un par de siglos manifestaba uno de los grandes creadores británicos, se opone abiertamente a lo que la primera ministra Margaret Thatcher defendía, cuando apelaba a un individualismo atroz al sostener que la sociedad como tal no existe, ya que, según ella, solamente eran los individuos los que tenían sentido en la vida y la política de un país.

2. Nacemos solos y morimos solos, y, en el paréntesis, la soledad puede ser tan grande que necesitamos compartir la vida para olvidarla [Erich Fromm (1900-1980)].

A nadie le cabe duda de que en los extremos de la existencia humana se encuentra la idea turbadora en el sentido de que uno llega y sale solo, lo que a fin de cuentas nos acaba singularizando a cada uno de nosotros. ¿Y cómo salir de esa singularidad que puede llegar a ser abrumadora? Erich Fromm nos indica que por medio del amor y la amistad. Refiriéndose en el segundo caso a la buena amistad, es decir, aquella que genera lazos de afinidad de ideas y de afectos que acaban uniéndonos y vinculándonos a los demás.

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3. Hay siempre una constante de soledad en el ser humano: su intimidad [Carlos Castilla del Pino (1922-2009)].

Castilla del Pino mantiene la tesis de que la soledad es consustancial al ser humano, puesto que el individuo se mueve en tres escenarios o planos de actuación: el público, el privado y el íntimo. Y, mientras que los dos primeros pueden ser observables por los demás, el íntimo, donde se gestan las ideas y los sentimientos más personales, solo los conoce el propio sujeto, lo que conduce a la necesidad de una sólida comunicación para ahuyentar la soledad emocional. De todos modos, la intimidad también es necesaria como defensa de posibles agresiones externas, ya que nadie puede penetrar en ese espacio íntimo que todos portamos.

4. Incapaz de vivir, de hablar con seres humanos. Completo ensimismamiento, un pensar exclusivamente en mí mismo. Apático, falto de ideas, angustiado. No tengo nada que decir, nunca, a nadie [Franz Kafka (1883-1924)].

Este párrafo de Franz Kafka, en el que expresa el sentimiento de agónica soledad que acompaña al radical solitario, lo he extraído de sus Diarios. Quien no conozca la obra del genial escritor checo le recomendaría la lectura de su Carta al padre y comprenderá cómo un progenitor despótico, sin muestras de cariño y afecto hacia el hijo, es capaz de aniquilarlo emocionalmente, condenándole a vivir en ese infierno en el que habitan los seres arrojados al abismo de la soledad, como precisamente fue su caso.

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5. Poco a poco ha ido revelándose cuál es el defecto más general de nuestra especie de formación y educación: nadie aprende, nadie aspira, nadie enseña a soportar la soledad [Friedrich Nietzsche (1844-1900)].

En esta frase, extraída de Aurora. Reflexiones sobre los prejuicios morales, el autor alemán nos indica lo difícil que es mantenerse en la soledad que nace al sostener ideas propias, minoritarias, distintas a las establecidas en una sociedad que induce al acatamiento y a la obediencia como principio rector. No es de extrañar que también Nietzsche afirmara que “la valía de un hombre se mide por la cuantía de soledad que es capaz de soportar”. Y es que mantenerse en los principios éticos o morales en los que uno cree no resulta fácil de llevar adelante en un mundo en el que, bajo la apariencia de libertad, se pide rendir pleitesía a quienes detentan algún tipo de poder.

AURELIANO SÁINZ
FOTOGRAFÍA: AURELIANO SÁINZ

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